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Reseñas

Arango,Diana Elvira Soto. La Escuela rural en Colombia. Historias de vida de maestras. Mediados del siglo XX. Tunja: Fundación FUDESA, HISULA, SHELA, 2014.

La obra de la historiadora Diana Elvira Soto Arango, analiza cómo se desarrolla la educación rural en Colombia a través de historias de vida de dos maestras en la región Cundi-boyacense a mediados del siglo XX. El objetivo de su estudio es indagar los imaginarios y las vivencias de las maestras durante el periodo de violencia bipartidista en su desempeño docente, donde cada una, desde su filiación política conservadora y liberal, desarrollaron su labor enfrentándose a diversas circunstancias propias del contexto histórico. De la misma manera, destaca el lugar de la mujer en Colombia en el entramado del magisterio nacional, que por lo general procedían de la clase media-baja, y en el caso de las maestras investigadas, originarias de un pueblo campesino del departamento de Cundinamarca: Yacopí.

Para desarrollar su investigación, Diana Elvira Soto parte de dos temáticas. La primera estudia la diferencia entre lo urbano y lo rural, donde describe el trasegar de sus vidas disímiles en su pueblo, como también sus primeros acercamientos a la ciudad, que para ambas fue un acontecimiento central. Así mismo, identifica como la familia patriarcal fue fundamental en determinar el rol de la mujer para la labor doméstica o ciertas actividades en el campo, y se puede considerar como el magisterio, fue uno de los pocos espacios que tuvieron las mujeres de los mundos rurales en la Colombia de la primera mitad del siglo XX, para acceder a otros campos de trabajo, gracias al despliegue del Estado en aquellos tiempos, permitiendo así descentrarse de otras formas de trabajo más tradicionales y, más propias, de la informalidad presentes en los sectores populares.

La maestra María Andrea Linares Rubio, una de las docentes investigadas, nació en Yacopí en 1915 y muere en Bogotá en el 2001, era de una familia campesina de estrato socieconómico medio. Por ser hija natural, fue difícil su niñez, sin embargo, recibió el apoyo de su tío Eudoro Linares, quién la envía al internado Maria Auxiliadora de Soacha, recibiendo la educacion necesaria para formarse como maestra. En contraste, se presenta la vida de Amparo Arango Rincón, quién nació en 1926, para el momento de la entrevista, era una mujer octogenaria, reconocida por su padre, el Doctor Arango. Huérfana de 4 meses, criada por su nana y su abuela, tuvo que aprender a coser y asistir a su padre durante su labor como médico del pueblo. Se casó en 1948, con Fabio Soto liberal e hijo del propietario de una farmacia en La Palma, quien fue asesinado por pertenecer a la guerrilla de Sumapaz durante el Frente Nacional.

De la misma forma, en la obra, se describe específicamente el desarrollo de su labor educativa en las escuelas rurales, cada una desde su ideología política, que determina la forma como debieron enfrentarse las maestras, en especial, Amparo, quien por ser liberal, debió ocultar su ideología al enseñar en regiones conservadoras, y evitar cualquier tipo de expresión política. Sin embargo, fue la política la que le permitió ingresar al magisterio, gracias a un favor de un conservador (Bohórquez Carrillo), quien le dá el aval de maestra rural, obteniendo estabilidad económica en un momento de su vida dificil a consecuencia de haber sido desplazada por la violencia bipartidista de su pueblo y por la muerte de su padre. Sin embargo, al no tener una formación certificada, debe recibir una capacitación, por el Ministerio, la secretaria de educación y la Alianza del Progreso de Tunja, en temporada de vacaciones. Durante su recorrido, laboró en 15 escuelas en total, 4 de ellas de filiación conservadora. Además se destacó a nivel social, al ser reconocida partera y ayudar en los nacimientos de las mujeres de las diferentes comunidades donde ejerció su magisterio, habilidad que adquirió en su infancia al ser asistente de su padre; igualmente, cosía o compraba ropa para los recién nacidos como parte de su labor.

En el caso de Andrea Linares, ella inicia sus actividades educativas a los 19 años, en 1934, a diferencia de Amparo, ella recibe su título en el internado María Auxiliadora de Soacha, y transitó por 14 escuelas durante un periodo de 32 años, sin tener dificultades por temas ideológicos en aquellos planteles escolares. Contrae matrimonio en 1935 con Tito Rubio, a quién conoce en el bus camino a las capacitaciones reglamentarias estipuladas por el Ministerio de Educación Nacional. Su familia rechazó esta relación, pues su esposo era conservador, sin embargo, ella decide seguir la filiación de su marido para formar su familia.

En la segunda parte, la autora identifica las dos experiencias en las diferentes escuelas rurales, donde su principal característica es la distancia, problemática que impide el desarrollo de una educación de calidad. La carencia de vías de acceso, generaba que las maestras tomarán más de tres horas para llegar a su destino, aspecto que también dificultaba trasladar elementos didácticos y educativos. Además, los inspectores escolares no llegaban o simplemente no visitaban este tipo de establecimientos, por lo que estaban en total abandono de la Secretaría Departamental, quedando su administración y composición a los lugareños y a la gestión de ellas. Un claro ejemplo, que patentiza: “… que para el período de estudio, el campo en Colombia representa exclusión y marginalidad, que se manifiesta en: falta de alcantarillado, acueducto, servicios sanitarios, electricidad, teléfono, servicios de salud, y con caminos intransitables ”.

Es importante agregar, como la maestra Andrea durante su retiro, crea su propio colegio en Bogotá, y con sus dos pensiones, pagaba a los profesores, pero la familia decide cerrarlo porque quedan en la quiebra. En 1971, el sacerdote le pide crear la institución educativa San Luis Gonzaga, donde desarrolló su liderazgo hasta los 80 años, a pesar de la muerte de su esposo y posteriormente de su hijo. Ella, también, incentivo a jóvenes del campo y a sus familias a que se capacitaran e ingresaran al magisterio.

La investigación muestra la relevancia de los aportes de las historias de vida, como una ventana para acceder a los mundos sociales de ciertos actores. En este sentido, de las dos maestras normalistas, las cuales, con el estudio de su ciclo de vida, se puede conocer el estado de la educación rural en Colombia a mediados del siglo XX, denotando problemáticas sociales como el desplazamiento forzado, la pobreza, la violencia bipartidista y la política local. Desde esta perspectiva, se invita a los lectores a leer esta obra que brinda otra alternativa de análisis histórico en relación al estudio de la educación a nivel nacional e internacional.



1. Arango, Diana Elvira Soto. La Escuela rural en Colombia. Historias de vida de maestras. Mediados del siglo XX. Tunja: Fundación FUDESA, HISULA, SHELA, 2014.pp,23.

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