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Radiografía de una controversia: el “Monumento a Bolívar” de Edgar Negret.

Una de las más sonadas polémicas mediáticas de la historia del arte colombiano del S. XX, en la que intervinieron por igual funcionarios públicos, historiadores, críticos, artistas y ciudadanos de “a pie”, fue la que suscitó el proyecto denominado “Monumento a Bolívar” del escultor payanés Edgar Negret Dueñas, que le fue encargado por el Gobierno, en conmemoración del sesquicentenario de la muerte de Simón Bolívar en el año 1980. Esta ponencia (1) tiene como objeto reconstruir en perspectiva histórica, los diversos factores que estuvieron en juego en el marco de dicha controversia, tal vez buscando comprender, cuál era la percepción que los académicos (de la historia); los (as) representantes del ámbito de la cultura; y la sociedad civil en general tenían por ese entonces del creador plástico; pero también, cómo ciertos paradigmas históricos y estéticos sólidamente estatuidos, llegaron a modelar el “gusto” artístico de las heterogéneas élites políticas e intelectuales de todo un país.

Así las cosas, para conocer de primera mano, cual fue el origen del Monumento de la “discordia”, resulta oportuno escuchar la versión del propio Maestro Negret, quien mediante una carta dirigida al diario “El Espectador”, publicada en la edición del viernes 15 de agosto de 1980 (y que se encuentra exhibida en Casa Museo Negret junto a los demás recortes de prensa seleccionados por él para ilustrar el tema que nos ocupa) explica:

“A mediados del mes de noviembre de 1979 vino a mi taller el funcionario de dicho Ministerio (de Obras Públicas) , doctor Julio José Fajardo, a preguntarme, en nombre del señor Ministro, si yo estaría interesado en realizar un gran monumento escultórico para ser colocado en el centro del proyectado parque Simón Bolívar (en Bogotá), enfrente del Templete Eucarístico, con una plazoleta de por medio, para formar un conjunto religioso conmemorativo y ceremonial.

[Posteriormente] El señor Ministro me comento que era deseo expreso del señor Presidente (Julio Cesar Turbay) realizar el más importante parque que existiera en Latinoamérica y que la escultura conmemorativa debía ser algo de grandes proporciones.

[Los funcionarios del ministerio] decidieron que fuéramos a determinar sobre el terreno, las proporciones que debíamos ya definir. […] estuvimos tomando medidas del sector y decidimos que, partiendo del Templete con la dirección que daba la cruz que allí hay, se proyectara una plaza ceremonial de 200 x 200 mts. en cuyo fondo, hacia el sur-occidente, debería estar la base en la cual iría a levantarse la escultura con una dimensión de 80 x 80 mts. Allí se pensó que la escultura, relacionándola con el Templete, debería tener 12 pisos, alrededor de 35 mts. de altura. Firmado, Edgar Negret” (2) –ver a continuación fotografías de la maqueta del monumento





Entonces, de acuerdo a lo expresado por el Maestro Negret, el monumento que el Gobierno Nacional le encomendó, sería el más grande que hasta ese momento se hubiese construido en Bogotá, pues si recordamos otros “memoriales” capitalinos (permítaseme el uso de este galicismo) que datan de la primera mitad del S. XX, como “Los Héroes”, construido en 1910 por el francés Emmanuel Fremiet, ubicado actualmente en la autopista norte entre calles 79 y 80, constituido por una estatua ecuestre de Bolívar sobre pedestal, y una torre rectangular de 6 pisos de alto; o el monumento de “Banderas” construido entre 1946 y 1948 por el artista bogotano Alonso Neira Martínez, ubicado en la Avenida de las Américas con carrera 80, constituido por 120 estatuas de mujeres de aproximadamente 4.50 metros de alto, distribuías sobre 21 astas-pilares; ninguno de

los dos superaría en tamaño, al proyectado por el escultor payanés.

Pero entonces, si se trataba de una obra colosal, en honor del “Padre de la Patria”, comisionada por voluntad oficial, ¿en donde se generó el punto de quiebre, para que los ánimos de algunas significativas figuras de la vida nacional se crisparan, al punto de lograr que finalmente no se llevara a cabo su construcción?. La información de prensa en torno al caso, que circuló durante del mes de agosto de 1980, da cuenta de la génesis de la controversia.

El detonante inmediato fueron las declaraciones realizadas por algunos integrantes de la Academia Colombiana de Historia, durante la rueda semanal de Andiarios, el viernes 1 de agosto ese año, sobre la cual “El Tiempo” en su edición del lunes 4 , publico un artículo escrito por el reportero Oscar Castaño, intitulado: “Académicos de la historia martillan a Edgar Negret”, en el que se afirma que:

“EI hecho de que se haya decidido conmemorar el sesquicentenario de la muerte de Bolívar con una escultura de Negret y que no se les hubiera tenido en cuenta para la elaboración de los actos acordados con motivo de la ilustre efemérides, por ser la entidad órgano consultor del Gobierno en estos asuntos, provoco la académica incomodidad.

Así lo expresó Germán Arciniegas, quien estuvo acompañado por Horacio Rodríguez Plata, Antonio Álvarez Restrepo y Aníbal Noguera […] Los cuatro volvieron cisco el monumento proyectado y sugirieron una variedad de alternativas para reemplazar la inmensa mole de Negret, que cuenta con vehementes defensores, como Daniel Samper.

Dentro del alud de críticas que en Andiarios Ie llovieron al monumento, calificado de “chatarra”, “monumento al vacío” y epítetos por el estilo, figuraron el rechazo a la individualización de la escultura, al costo del proyecto y a la centralización de la efemérides.

[…] Arciniegas sostuvo que el monumento tal como está proyectado deshumaniza a Bolívar y que lo que debe hacer es mostrar a un hombre de carne y hueso, que en Colombia brincó (sic) de la derrota a la gloria. “Eso sería más interesante que cualquier abstracción”, puntualizó.

Rodríguez volvió contra la armazón de Negret: ¿Vamos a honrar a Bolívar con un monumento abstracto? Por favor, evitemos repetir el error del monumento a Gandhi en la calle 100 (una de las arterias neurálgicas de Bogotá) que solo ha servido para ocasionar accidentes de tránsito”.

[…] Finalizada la mesa redonda, hubo unanimidad de criterios entre los periodistas asistentes que a Negret lo habíamos martillado tanto como a cualquiera de sus estructuras”. (3)



Ese artículo, deja entrever con claridad, que el verdadero problema en torno al “Monumento a Bolívar” no era exclusivamente de orden estético, pese a las diletantes apreciaciones sobre los valores formales que en su contra, esgrimía enfáticamente el grupo de historiadores; para en cambio evidenciar, que la rotunda negativa a su construcción, respondía al influjo que ciertos paradigmas decimonónicos y positivistas, ejercían sobre las “visiones de mundo”, sobre las “representaciones” hegemónicas de la patria y el héroe, que habían sido creadas centurias atrás, por los “sumos sacerdotes” de la historia republicana, representados ahora por los académicos que tomaron partido en el seno de la discusión.

En este orden y para no caer en anacronismos vacuos, que nos puedan llevar a juzgar desde los valores del presente los hechos del pasado, resulta oportuno resaltar que la Academia “opositora”, surgió en 1909 bajo el gobierno conservador del General Rafael Reyes, y en el artículo 3 de su estatuto interno sostiene que: “Será [su] tarea esencial […] despertar y avivar el interés por el pasado de la patria, […] honrado y enalteciendo la vida y obras de sus grandes hombres”(4)

Por tanto, su actitud de rechazo ante el Monumento, es un simple mecanismo de defensa al ver amenazada por una vanguardista abstracción plástica del “héroe”, su tradicional “representación” discursiva del “Padre de la Patria”, pues si coincidimos con el filósofo francés Louis Marin en que la noción de representación “[designa] el conjunto de las formas teatralizadas y “estilizadas” mediante las cuales los individuos, los grupos y los poderes construyen y proponen su imagen de sí mismos” (5) ; comprendemos entonces, cómo una abstracción geométrica operando desde el plano de las formas, lograría alterar drásticamente la sincrónica teatralización figurativa que el historiador, transmutado hábilmente en escultor de conceptos, venía modelando desde los célebres acontecimientos acaecidos en la coyuntura político – militar del año 1810.

Coincidiendo con lo antes expuesto, encontramos a un historiador, el recordado profesor de Univalle Germán Colmenares, quien por su renovadora concepción de la historia social y política del país, nunca perteneció a la Academia oficial, pero en cambio, en uno de sus destacados ensayos titulado “Las convenciones contra la cultura”, escrito en la misma década en que se generó la controversia que nos ocupa; demostró que las mas de las veces, los cultores de los mitos de origen de las naciones latinoamericanas, terminaban por convertirse en demiurgos de “héroes” divinizados, que posteriormente era entronizados litúrgicamente en el “altar” de la patria. Un ejemplo icónico de esa práctica, fue el general y presidente argentino Bartolomé Mitre, quien según Colmenares, se propuso en su voluminosa obra “Historia de José de San Martín” (el equivalente a Bolívar en la Nación Argentina):

“la tarea de crear la imagen de un héroe nacional. […] Antes que representar a un hombre o una sicología particulares con las convenciones usuales de la tipificación del “carácter”, cada palabra de la descripción física del héroe, iba fijando los rasgos de una estatua. Mitre lo llamaba incluso “estatua viva de las fuerzas equilibradas. La descripción intentaba ser plástica y expresar mediante planos y volúmenes las reflexiones que inspiraría la contemplación de un bronce. […] El historiador, armando de un cincel y de su afición por otra de las ciencias populares en el S. XIX, la frenología, iba desplazándose por la complicada geometría de un mármol: la cabeza poseía “líneas simétricas”, las cejas “formaban un doble arco tangente”, la nariz se proyectaba “como un contrafuerte que sustentase el peso de la bóveda saliente del cráneo”… (6)

Por tanto, la representación discursiva – figurativa, se convierte en garante de la concreción misma del héroe nacional, y dicha premisa, extrapolada a la plástica, implica necesariamente que el monumento conmemorativo exprese sin dilaciones heterodoxas, el dogma historiográfico del mito fundacional de la República.

Regresando a la radiografía misma de la controversia, siguiendo la cronología de los hechos registrada en la prensa, las reacciones ante la tajante oposición de la Academia no se hizo esperar. Un sinnúmero de cartas de lectores comenzaron a llegar en el transcurso de esa misma semana a la redacción de diversos diarios de país, mientras paralelamente se publicaban artículos en donde muchos personajes de la vida nacional, como también ciudadanos anónimos que se sintieron interpelados por el fragor del debate; reflejaron su apoyo irrestricto al Monumento y al Maestro Negret; pero ante todo, cuestionaron enfáticamente la actitud del Gobierno central al solicitar oficialmente en un primer momento el diseño y construcción de la obra; para después, retirar el encargo.

Seleccionando fragmentos de entre esos muchos testimonios, el martes 5 de agosto en la sección denominada “El correo de los chasquis” de Gustavo Budiño en “El Espectador”, aparece un singular y breve escrito dedicado a al tema, en donde el autor afirma que:

“[…] Como si se tratara de los prolegómenos de alguna dictadura (Dios nos guarde y el Señor de Monserrate), a Edgar Negret le piden una escultura y lo dejan con los crespos hechos. Cosa absurda no solo por que el Maestro Negret, siempre ha tenido una cabeza brillante si no porque es otro asalto a la buena fe de uno de nuestros grandes maestros. Además, está bien que le hagan eso a un llanero o a un paisa, pero a un payanés, por Dios. Que quede en claro: ya no existen caballeros en este país, perdón, en este gobierno”. (7)

Uno de los más aguerridos defensores del Monumento, el periodista Daniel Samper Pizano, publicó el martes 12 de agosto en “El Tiempo” un artículo titulado “Un Bolívar de Baratillo” en el cual presentaba con su característico estilo narrativo, su elaborada justificación frente a la construcción de la obra:

“[…] Negret tiene solo un problema: cuando quiso hablar de Bolívar en una escultura –que es como hablan los escultores- se olvidó de obtener el carné laminado que expide la Academia de Historia, previa aprobación del solicitante, a todos lo que quieran nombrar a la patria o a sus héroes. Omitió Negret este requisito y los académicos no lo han perdonado. Moviendo sus influencias en gobierno y prensa –que no son pocas, porque en ambos suele ser penetrante el olor a naftalina- han logrado tachar de esperpento y de elevado e innecesario gasto el del monumento a la gesta bolivariana concebido por Negret”. (8)

En línea con la efervescente ironía de Samper, la finisecular caricatura con su elevado poder de crítica social, entra a mediar en el debate, unas veces a favor y otras en contra. Así, el caricaturista Osuna, sienta su posición:



Por su parte, otro caricaturista (anónimo), comparte también su parecer frente a la condición abstracta del Monumento:



Y la muy querida “Negra Nieves”, creación de la vallecaucana Consuelo Lago, se une también a las muchas voces que gravitan en torno a la controversia:



Mientras el debate se intensificaba con el paso de los días, en un giro inesperado, el Maestro Negret, al ver la negativa del Gobierno ante la construcción del Monumento, optar por declinar públicamente de la donación que un par de años atrás había brindado a las autoridades nacionales para convertir en museo, su amplia casa ubicada en el barrio Santa Ana al norte de Bogotá, en donde por ese entonces, reposaba su rica colección personal constituida por antiquísimos objetos familiares; pinturas y esculturas de artistas iberoamericanos; y por supuesto, las más completa antología escultórica de su propia producción.

El artículo de prensa titulado “Una obra lógica para un país ilógico” de Carlos Mauricio Vega, publicado el domingo 31 de agosto de 1980 en “El Espectador” registra la decisión tomada por el Maestro Negret:

[…] Edgar Negret cogió delicadamente el legajo en donde protocolizaba la donación de su casa museo al estado colombiano, y con su rostro duro perfectamente impertérrito, lo rasgó en menudos pedazos. Acto seguido, levantó el teléfono y coordinó las respuestas internacionales que lo llevarán desde esta semana a exhibir el proyecto de su monumento en países andinos que están interesados en él.

Más tarde, tendido en su amplio chinchorro de nudos, contempló, entre su cofre de cristal, el sudario del cadáver de Bolívar, que consiguió de los descendientes de una familia de próceres, y meditó en las innúmeras veces que desfilaron por su casa, como personajes circenses, los calculistas y los ingenieros y los arquitectos y los agrimensores del Estado, invitándole a que suspendiera su organizada actividad creativa y extrajera de su imaginación un monumento bolivariano que habría de tener características épicas”. (9)



En respuesta a la determinación tomada por el Maestro, la reconocida gestora cultural vallecaucana (fallecida en 2009) Maritza Uribe de Urdinola, creadora del Museo “La Tertulia” de Cali, publica el martes 2 de septiembre en “El País”, un artículo titulado “Algo más sobre una controversia” en el que afirma:

“[…] la actitud de los señores de la Academia de Historia es la menos ética y elegante que se ha oído en la historia del país. Además de que denota la franca ignorancia que en materia de arte moderno tienen los seguramente muy sabios académicos dentro de su oficio. Decirle chatarra a una escultura meticulosa, finamente trabajada en metal, como son todas las obras del artista es algo que va más allá del ridículo.

[…] Nosotros esperamos que el maestro entienda en qué país vivimos, y que una vez que su sensibilidad de artista se reponga de este golpe, piense que existe Popayán su tierra nativa, donde podría hacerse el gran Museo del maestro Negret. Tal como lo hizo Soto en ciudad Bolívar, casi en la selva, como un homenaje al lugar que lo vio nacer”.(10)

A pesar de todas estas manifestaciones públicas a favor de la construcción de la obra, el día miércoles 4 de septiembre, el Ministerio de Obras Públicas a través de su portavoz, confirma que el

Gobierno Nacional, no financiará ni ejecutará su realización, esgrimiendo ahora como principal impedimento, el costo de su ejecución.

Finalmente en un acto de gran significación para el ámbito artístico nacional, un grupo de ciudadanos, conformado principalmente por creadoras y creadores plásticos como Feliza Bursztyn, Beatriz Gonzáles, Manuel Hernández, entre otros; frente a la decisión tomada por la Cartera de Obras Públicas, envían una carta abierta al por ese entonces subdirector de “El Tiempo” Hernando Santos Castillo, fechada el viernes 4 de septiembre de 1980 , en la que expresan:



En esa misiva, la frase del párrafo inicial: “personas relacionadas profesionalmente con el arte” resulta reveladora, pues constituye en sí misma, una de las primeras declaraciones en medios masivos de comunicación, en que los artistas “modernos” colombianos del S. XX, ratifican ante el conjunto de la sociedad, el profesionalismo que han imprimado de forma consciente a su ejercicio creativo; rompiendo radicalmente con el paradigma heredado de la época colonial que incluso imperó hasta bien entrados los años 50’ y 60’ del mismo siglo, que pretendía presentar al artista, como un ser enajenado de su condición de actor histórico y social, tal vez por el lastre impuesto del “mecenazgo” paternalista y el subsiguiente encargo condicionado al gusto hegemónico cultivado

por las élites, que aunque liberales o conservadoras, prácticamente no diferían en su perenne gusto por el retrato y los bodegones abstraídos de toda temporalidad.

Si el Monumento a Bolívar de Edgar Negret, propició ese pronunciamiento de tamaña repercusión para la o el artista de hoy, el arte en Colombia fue muy afortunado, al contar con un escultor que como él, durante prácticamente toda su vida ha decidido felizmente, nadar a contracorriente.

Oscar Esteban Hernández*
Director Casa Museo Negret & MIAMP

* ponencia leída en el Primer Simposio de Informales y Profesionales de las Artes Plásticas y Visuales [Colombia]
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Notas:
(1) Ponencia leída en el “Primer Simposio de Profesionales e Informales en Artes Plásticas e Visuales Popayán 2010″, Auditorio Banco de la República, 28 de enero de 2001 -Todos los derechos reservados. Publicada por primera vez en “Cuadernos ZERO”, Bogotá: Editorial Resistencia, 2010. Pág: 6 a 11.
(2) NEGRET, Edgar. Información: “Hubo compromiso con el gobierno”. En: El Espectador. Bogotá (15 ago 1980); pág.: 8-A.
(3) CASTAÑO, Oscar. Información: “Académicos de la historia martillan a Edgar Negret”. En: El tiempo. Bogotá (4 ago 1980)
(4) BETANCOURT, Alexander. Historia y Nación: tentativas de la escritura de la historia en Colombia. Medellín: La Carreta Editores; México: Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad San Luís Potosí, 2007. Pág.: 51.
(5) MARIN, Louis. Poderes y límites de la representación. En: CHARTIER, Roger. Escribir las prácticas. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1996. Pág: 95
(6) COLMENARES, Germán. Las convenciones contra la cultura. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1989. Págs: 141, 142
(7) BUDIÑO, Gustavo. Información: “El correo de los chasquis”. En: El Espectador. Bogotá (5 nov 1980).
(8) SAMPER, Daniel. Un bolívar de baratillo. En: El Tiempo. Bogotá (12 ago 1980) Pág.: 5A
(9) VEGA, Carlos Mauricio. Una obra lógica para un país ilógico. En: El Espectador. Bogotá (31 ago 1980) Pág.: 5B
(10) URIBE DE URDINOLA, Maritza. Algo más sobre una controversia. En: El País. Cali (2 sep 1980).
(*) Fotografías maqueta “Monumento a Bolívar”. (Maqueta ubicada en el Salón III de la Casa Museo Negret & MIAMP). Oscar Esteban Hernández, 2010. Todos los derechos reservados.
(**) Fotografías recortes

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