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Breve relato del proceso independentista de Cuba, 1845-1898

Introducción:

La propuesta de realizar una novela histórica, acompaña el deseo de poder narrar de una manera más poética el proceso de Independencia que llevó a cabo la isla de Cuba, cargada siempre de innumerables sucesos bélicos que la acompañaron durante todo su trayecto hacia este.

La novela está escrita desde un personaje en primera persona que narra por medio de escritos los diferentes sucesos que va viviendo en el contexto ya mencionado. A través de este, intento impregnar y posibilitar la imaginación de lo que pudo haber sido la vivencia de estos fenómenos.

Al ser escritos narrativamente, he decidido no interferir dentro del relato con explicaciones puntuales históricas, por lo que, en cada mención de algún líder libertario o suceso en específico es complementado y explicado en notas al final como puede verse.

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“¡Cuba tiene que ser nuestra…Dadnos a Cuba y nuestras posesiones estarán completas!’’


Junio 1845, Cuba mi Venus.

ℰntre los más sombríos réditos estadounidenses se encontraba enredada la portadora del aire más liberador, la de ramajes imponentes color talismán y suelos que desvanecen en prismas de colores, sus azules y cristalinas aguas son las que me llenan de total presunción, mis apetencias son modestas y afables como describen a mí persona, qué más quisiera yo, que caer muerto en sus suelos, ser desvanecido en sus aguas, correr libre en sus vientos y alimentar sus eternas frondosidades.

Su mayor «magnánimo» es su pericia ubicación que la convierte en el pretexto más banal de la avaricia por naturaleza y el instinto por animal del hombre, para posesiones o conflagraciones.

Llevamos incontables primaveras siendo una extremidad de la monarquía española.


Los vientos la soplan brevemente a destiempos mañaneros impregnándola de sus mejores aromas... café, tabaco y azúcar y parece ser que esto nos encanta de aquí a España. Pero sus aires del ocaso huelen a descontento y a frialdad. Vivimos en el apogeo de una inconformidad constante, los réditos amedrentados nos están sumergiendo más en la pobreza; el pueblo es conocedor de la rentabilidad del libre comercio, pero estamos prohibidos a incluirnos, la exclusión del gobierno nos ha fatigado.



Abril 1849: El alba de Cuba trae consigo su bandera.

ℋoy, en el despertar del alba, mientras mi ventana pávida y fría se abre, recorre en mi rostro el aire que sé, perdurará aún después de la muerte del más joven de esta isla, pero para mi extrañeza este ya no huele a café como en su normalidad. Los paisajes no desprenden las tonalidades de mi exquisito y a deleite gusto. Sólo miro un aire libertino, una propaganda que invade la transcursividad de la vida popular de mi isla, y los rumores de una bandera propia corren las calles aún dormidas de Cuba que se cubre de un triángulo de nubes rojas que anunciaban el alba en su totalidad, y en el triángulo brillaba el lucero de Venus, la estrella de la mañana, mientras dos nubes blancas partían desde el triángulo para dividir en tres franjas azules el cielo resplandeciente.



Febrero 1851: El breve paso de Joaquín Agüero.

¡Qué penetrante es este silencio!, tan penetrante que grita desesperadamente que lo está, tan penetrante que me obliga a quedarme a solas conmigo mismo, tan penetrante que puedo percibir su presencia sentada a mi lado y ha sido mi única compañía fiel a lo largo de esta inquietante lobreguez, hoy ha decidido acompañarme más de lo normal y en signos de impertinencia escucho retumbar en medio de esta penumbra y sigilosa oscuridad que Cuba es ya independiente y en cuestión de unos cuántos cambios posicionales de la luna, su heroico salvador ha sido fusilado, lo que ha roto por tercera vez el silencio que me espesaba.



Agosto 1851: Narciso López cae muerto.

Como si se tratase de la más desbordante excepcionalidad, del más generoso trofeo o la más sincera preocupación, nuevamente en medio de las aguas cristalinas que nos rodean veo a lo lejos zarpar en un barco que se mueve a toda velocidad posible mientras desembarca en la isla la pretensión de establecer una república independiente y una urgente anexión a los Estados Unidos, que en medio de su trafica llegada se insolenta con un centenar de opositores españoles que obligan a esa idea marcharse a un país más liberal y a otras, a ser condenadas a fusilamiento.

En medio de esas importantes portabilidades se encuentra apresado un hombre que en medio de su carcamente angustia, sus ojos impávidos, sus gotas de sudor recorriendo su rostro, la palpitación de un corazón que aún a tantos metros de distancia puedo escuchar, la desesperación y rendición, y su temblorosa voz, que se agrieta en cada articulación, le gritó a todo un pelotón como último símbolo de rebelión: “Mi muerte no cambiará el destino de Cuba”

Y yo, al oír sus convencidas palabras aún detrás del abandono de la esperanza a la vida... Salto en su misma angustia al reconocer que estamos inmersos en algo aún más impensable y detonador. Mis pies tiemblan como los de aquél hombre, mis manos saltan indecorosas y mi mente no puede centrarse en una única idea, pues miles vienen a mí sin piedad, sólo cargadas de la más cruda y enferma realidad.



Septiembre 1854: Una ejecución más, Pintó muere.

Conquistando nuevos adeptos y decidiendo voluntades para la buena causa. Pintó contaba con los peninsulares de criterio amplio y con los cubanos de corazón y valer; contaba con los ricos por su dinero y con los pobres por su esfuerzo; con los intelectuales por su cultura y con los ignorantes por su sencillez; contaba con los blancos porque debían ser libres en política y con los negros porque no lo eran socialmente; contaba, en fin, con todos los estratos sociales cubanos

El día de hoy me ha empezado más agitado que de costumbre, los rumores que invaden mi isla son una naturalidad costumbrista, pero el de hoy, puede sucumbir en algo detonador, aunque… Mi cabeza en estos momentos no puede lograr imaginar algo peor de lo que está sucediendo día y noche. Parece ser que ha llegado a oídos de la Corona una considerable conspiración para la Independencia de la Isla, en un ordenamiento y apoyo popular de carácter alarmante. Es así como en la transcursividad del día se han dictado incontables

reuniones magistrales. Me dirijo a la última, sólo tengo conocimiento de lo que he redactado anteriormente. Al momento de entrar siento un aire de inquietud e incomodidad que me hace sobresaltar de mí mismo. Escucho como dictan la condena a muerte, en garrote vil al reconocido Pintó. Y en una casi súplica, le ofrecen un intercambio: su vida por la declaración de los cómplices con los que planeó la posible revuelta, este, se para lentamente sonriente, su sonrisa no deja nada más al aire que el poco ego que puede quedarle a alguien a punto de morir y su entera fidelidad a sus ideales. En su misma serenidad en la que es ejecutado tiempo después, expresa con total orgullo: “Dejad me morir tan honradamente como he vivido”.



Octubre 1868: Inicio de la guerra de los 10 años.

Son las 10 de la mañana. La normalidad y el transcurso de unas cuantas horas del día parece ser el habitual. En medio de un silencio que sólo cuenta con el de los susurros de la gente, la brisa golpeando las aguas que nos rodean, el sonido del arado mientras labra la tierra, el sonido típico de la plaza y el de unos cuántos niños jugar, rompe la algarabía con sorpresa a quienes transcurríamos sin intenciones de sorprendernos el día de hoy, lo que parece ser una arenga, promulgada por un hombre:

"... La pronta llegada del Ejército Libertador a las riberas del Almendares, cuyas límpidas aguas apagarán la sed de nuestros corceles, prontos a hollar con sus cascos el último rincón donde se oculta el ibero”.

Y más sorprendente aún, termina lo que parece ser por segunda vez, pero con más seguridad un “¡Viva Cuba libre!” que me erizó la piel y llenó de esperanza mi escéptico corazón.

Veo como poco a poco se despliegan por las calles, una cantidad de esclavos al escuchar las palabras de aquel hombre, sus rostros parecían ser otros. Sus expresiones y gestos connotaban una pegajosa felicidad... Felicidad que transmitía esperanza y fe.

Sus cuerpos semidesnudos y descalzos se enderezaban a la par de su llegada, sus maltratadas pieles parecían reflorecer y sanar lo que un día decidieron resignar y en todo este insólito festín, el hombre que había llegado a causar tanta sorpresa, les exclama:

“Ciudadanos, hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libre como yo.

Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar su independencia. Los que me quieran seguir que me sigan; los que se quieran quedar que se queden, todos serán tan libres como los demás.”

La conflagración es tácita e inherente. Y su estallido rompe con la trivialidad de la Isla, albores de rebelión adornan a Cuba, ejércitos españoles se concentran, la gente del común deja sus qué-haceres del día y corren a unirse a luchar por una Cuba independiente. Las calles suenan con declaraciones, palabras de aliento y de realce, las gentes del común cantan:

“Me cago en Prim y en Serrano,

y en todo peninsular,

y me cago hasta en el punto,


que ocupa España en el mar”

Y una guerra da inicio.


Estallan tomas, muertes, heridos y todo empieza a mancharse de temor, rabia, resignación y desesperación, las aguas se tiñen por varios segundos de rojo y los avances y retrocesos van a la par. En algunos sectores la posición independentista es numerosa y mis esperanzas porque esta guerra sea victoriosa aumentan y se decepcionan en cada paso que da un segundo a otro. Es imposible llegar a las plantaciones azucareras, esas que más dominio, control e interés español tienen, tratamos de avanzar, pero el resguardo militar es aterrador. En otras partes de la Isla he escuchado que se rigen peleas con machetes y se enfrentan hasta con 200 soldados de la Corona. Hay noticias de buques con armamento, pero han sido perseguidos desde un primer momento y aún no llegan las ayudas. No hemos tenido noticias sobre Norte América y su posible intervención. La guerra parece ser desigual en todas partes, el sonido de los estallidos, el sonido de las tropas corriendo, los gritos de quienes resultan heridos y la muerte bailando entre nosotros dispuesta a colocar su mano en nuestros hombros llenan de terror mi mente en cada fragmentación del tiempo.




Enero 1878: El panorama del fin de una guerra.

Qué paisaje tan gris, oscuro y rojo a la vez, el clima es de agobio e incertidumbre. El aturdimiento de mi mente me ha dejado sordo, ya no escucho lamentos y gritos, ya no escucho aglomeraciones dispuestas a luchar. Todo ha quedado en un sordo enfrentamiento y una amarga frustración. La isla parece verse sola, el aroma del café ha sido intercambiado por el de cuerpos putrefactos en la más cruda e insensible descomposición, los suelos en prismas desvanecidos de colores, ahora están llenos de gusanos y moscos que hacen su propia lucha por comer el cuerpo de un soldado, un amigo, un líder.

Han muerto Agramonte y Céspedes, ojalá estuvieran sus cuerpos rendidos en el suelo, que este momento me encuentro pisando, para poder saber si aún después de su muerte, su cara sigue significándome esperanza y libertad, así su cuerpo se encuentre sin vida y arremetido por la muerte que ha tocado sus hombros sin pensarlo en demasía.

Parece ser que todo está dicho.



Febrero 1878: Pacto de Zanjón.



“Además de las destrucciones y pérdidas materiales, Cuba


heredó de los años de la guerra una deuda que alcanzaba, en 1880, los 125 millones de pesos lo que suponía el 37% de los ingresos presupuestados”. La producción de azúcar en la isla se vio mermada por el conflicto.

Joaquín Diego y Zayas en su ingenio, “Santa Elena”, realizó sus experimentos con el cultivo intensivo de la caña de azúcar



Sumamos 10 largos años de primaveras e inviernos, de muertes y más muertes, de enfrentamientos incesantes que parecían no terminar nunca. Mi cuerpo está rendido, mis sueños se han visto comprometidos a efectuarse siempre bajo lo que mi subconsciente ha guardado. Aún padezco de escuchar explosiones y no sé si ellas son reales o no. No quiero caminar más entre las calles, siento que alguien persigue mis pasos y me asalta en cada sombra de mi cuerpo. Además, la belleza que desprendía Cuba ya no es la misma y siento una melancolía que me penetra hasta el hueso al reconocer que es cierto.

En este momento tan sólo soy un ánima en pena, afligida por la guerra, afligida por la derrota. Mientras me inundo en mis preocupantes


pensamientos de mi supervivencia y estabilidad llega a mí la noticia de que acaba de firmarse el pacto de Zanjón, pero sinceramente no quiero saber nada más sobre todo esto.


Julio 1879: Precedentes de la Guerra Chica.

La furia de la revolución ha tomado de nuevo a la Isla. Después de la firma de la paz de Zanjón, unos cuántos han declarado el alza de armas al no aceptar los pactos cordados. Pero el pueblo, está inundado de pérdidas, de cansancio, de anormalidad y de aromas que no alcanzaron la libertad. En sus rostros se ve la tristeza de un esfuerzo en vano que sólo les produjo complicaciones y dolor. ¡Independencia o muerte! Han gritado nuevamente, pero ninguno ha sido elegido, el pueblo ha elegido, paz.


Mayo 1894: Guerra Hispano-americana.


Los lamentos vuelven a irrumpir mis sueños. Me levanto con el corazón en la mano y la mente nublada pensando de nuevo lo peor, parece ser que soy la encarnación viviente del pesimismo. La primera imagen que viene a mí al avanzar unos cuantos metros, es la de una mujer del junto, su rostro está atestado de lágrimas, sus gestos me indican preocupación y desespero, tanto, que no se cohíbe de mostrarlo a todos los que nos encontramos aquí. Puedo sentir su dolor desde el suelo frío y gris en el que me encuentro parado observando. No logro entender lo que sucede. Hay monedas tiradas en el suelo en símbolo de no tener ningún valor, y luego, veo salir a su hijo acompañado de 2 hombres de la Corona; se lo están llevando y su madre con la poca fuerza que le queda al deshidratarse por su inconsolable llanto, lo sostiene de sus prendas y le exclama en medio de su sufrimiento y quebrantada voz, que todo estará bien.

De repente veo a mi alrededor este caso multiplicado en más hogares, y es fácil ver como la guerra, la rabia y la tristeza visitan Cuba de nuevo, esta vez con mayor intensidad y yo, estoy preparado.

A la guerra me lleva

mi necesidad,

si tuviera dineros

no fuera en verdad

Cantan en las calles, ahora, con más tenacidad, todo el pueblo está ardiendo en un sólo deseo: expulsar a los españoles, y no estar más bajo su sufragio.

Como de costumbre, el paisaje bélico no es nada más que la danza fortuita con la muerte y en este momento veo su majestuosa entrada, viene despacio, sin ninguna prisa, pues es consciente de que tendrá todo el tiempo a su disposición y deleite, a su paso va opacando las calles, genera sombras en medio de la oscuridad que trae consigo, la veo feliz, observa con detenimiento y desesperado deseo a todos los danzantes, pasa por mi lado, tan cerca, que mi piel se eriza, mis piernas tiemblan, mis ojos se cierran y mis súplicas empiezan a esbozarse aún sin yo pedirlo a mi cerebro, mi voz interior habla por sí sola a causa de su irreverente presencia, y tantos bailes dejan desolada la Isla, aún con todos sus cuerpos rendidos en el suelo, que obstruyen el paso y me miran de frente, envidiosos de no poder articularse como lo hago yo.

Se rumora por las calles, en tonos de miedo y precaución como si alguien nos sigilara a cada instante, que están capturando campesinos y están siendo llevados lejos de sus hogares para ser concentrados en campamentos. Dentro de la guerra, las artimañas y los juegos sucios son sólo el pan que acompaña nuestros desayunos, servidos calientes a diario y comidos con hambre por todos nosotros.


Noviembre 1898: Una sibarítica rendición.

Pocos luchan a mi lado, pocos quedamos de pie frente a la guerra. La comida ha sido escaseada hace mucho tiempo, no tengo ni una mínima de idea de cuánto, sólo sé que la hambruna se ha convertido en la encarnación de otra muerte, y estamos indecisos de con quien ir a danzar, se han sumado tantas opciones, que todas parecen ser igual de provocadoras.

Las provisiones de armamento también se escasean y mi corazón entra en una desesperación que me obliga a detenerme por unos cuantos segundos pues estoy feliz de sentir algo vivo en mí. Estoy envuelto en la negación de una derrota, no puedo concebir que esta pueda llegar a materializarse de nuevo, mi honra, estabilidad y vida han estado en juego desde la guerra pasada.

No quiero terminar mis notas contando cómo mis temblorosas manos escriben que hemos sido derrotados de nuevo, o que peor aún, no logre concretar mis escritos.

Diciembre 1898: El fin de la guerra, el inicio de una Independencia.
No sé en dónde se encuentra mi cuerpo y la poca consciencia que lo acompaña. Veo muchas sombras y murmullos acompañados de la musicalización más exquisita al fondo: las explosiones de la guerra.

He pasado hambre por muchos albas y ocasos y mi cuerpo está tan débil que no logro escribir con la pulcritud que me caracteriza.

He tenido a mi lado por bastantes pasos de las manecillas del reloj una gran sombra, pero mis ojos están tan débiles que no logran enfocar su rostro o su cuerpo, no sé si es algo o alguien, o peor aún si está vivo o muerto. El frío que me rodea es penetrador, no logro sentir mis piernas, y siento que poco a poco me carcome el helaje.

Una lágrima que me quema la piel, los huesos y el alma está recorriendo mi gélido rostro, creo que he escuchado que es oficial la independencia de mi amada Cuba, imagino que el cese de la guerra, ha dejado en paupérrimas condiciones a la Isla. Las familias deben haber quedado incompletas, el miedo debe penetrar los hogares y la belleza natural de mi Cuba debió haber expirado después de tan largas batallas. Estoy acostumbrado a ver y oler cuerpos podridos sirviendo como arena para sostener mis pies, los lamentos y sollozos de la gente acompañan mis más enfermas imaginaciones, llega un momento en el que ya no peleo contra los españoles, peleo por salvar mi vida, peleo contra la muerte, peleo contra el hambre y las heridas que vomitan sangre cada minuto. Me alegro de no poder ver todo eso con mis propios ojos, duele más la cruda realidad, que lo que una mente inconsolable imagina, ahora sólo deseo volver a sentir el delicioso aroma del tabaco con un buen café, pero el líquido que recorre mi cuerpo desde hace minutos se hace más intenso y mis ojos, mis ojos pesan toneladas, parece ser que entre más tiempo más nublosa se coloca mi poca vista, a veces se encharcan y atragantan mi ser, a veces arden más que todo lo que he tenido que vivir en estas guerras… Creo que algo está avanzando lentamente y me inquieta la mente y todos mis sentidos al ser incapaz de verle, está tocando mi hombro con el más minucioso cuidado y mis ojos no son capaces de seguir entre abier […].

1 Cuba es mi musa en la conceptualización de lo hermoso,
Cuba es mi Venus para los romanos, pero a ella, no debo
representarla en alguien, ella sola se representa en belleza a
sí misma.
2 Narciso López, en el transcurso de su apoyo fiel a la
independencia de Cuba, junto a Teurbe Tolón imagina y poco
después materializa lo que sería en 1902 la bandera oficial de
Cuba.
3 Joaquín de Agüero el 4 de Julio de 1851 se levanta contra los
españoles en las Tunas y declara la independencia de Cuba,
pero esta revuelta sería aniquilada rápidamente y Agüero es

capturado en Camagüey, terminando sus días frente a un
pelotón de fusilamiento. (Cuba: Su difícil camino a la
Independencia 1845-1898, Benedicto Cuervo Álvarez, pág 76)
4 Referencia al independentista Narciso López, que en agosto
de 1851 sale desde Nueva Orleans una expedición de
aproximadamente 420 hombres. Días después del
desembarco López sostiene un combate en el que es
capturado y llevado a la Habana el 31 de agosto, para
posteriormente ser fusilado por traición.
5 Pintó es un español que dice palpar la injusticia de España
en Cuba, en la que se encuentra sometida a la más inicua
esclavitud, y palpa la justicia de la aspiración de los cubanos a
la plena libertad. Su posición es admirable, por un lado, está
su patriotismo jugando a espada con la moralidad y en casos
sorprendentes esta última sale victoriosa.
6 Carlos Manuel de Céspedes, quien inició la Guerra de los
Diez Años al levantarse en armas contra el gobierno español
el 10 de octubre de 1868. Dio a conocer su plan de lucha con
el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba,
concediéndoles la libertad a sus esclavos e invitándoles a
unirse a la lucha anticolonialista. Fue mayor general del
Ejército Libertador de Cuba y primer presidente de la
República de Cuba en Armas.
7 Manuscrito que recoge las bases para poner fin a la Guerra
de los Diez Años (1868-1878), suscrito por una parte de los
dirigentes políticos y militares cubanos, sin que se garantizara
el cumplimiento de ninguno de los dos principales objetivos
de la contienda: alcanzar la independencia y eliminar la
esclavitud. Por tal razón, constituyó una capitulación.
Aceptado por la mayoría de los cubanos en armas, con
excepción de unos pocos jefes y oficiales, entre los que
sobresalió Antonio Maceo, quien transformó la capitulación
del Zanjón en tregua fecunda con su inmortal Protesta de
Baraguá.

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